miércoles, 19 de agosto de 2015

Marco Mezquida (Auditori de Porreres. 04.04.2015)

  • Lugar: Auditori de Porreres, Mallorca
  • Fecha: Sábado 04 de Abril de 2015. 20:00
  • Formación:
    Marco Mezquida: piano
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En el mes de abril del pasado 2014, el pianista menorquín Marco Mezquida presentó en Palma de Mallorca su debut discográfico a piano solo, La hora fértil (Whatabout Music, 2013). Tal vez por falta de publicidad, tal vez por desconocimiento general, tal vez por… por no sé qué. Al concierto solo asistimos una veintena de personas. Y aunque de aquel concierto ya dejé constancia en una crónica sirve de introducción para explicar qué lejos de la desmotivación o tal vez de la desilusión, Marco Mezquida se inmiscuyó en su piano y de él salió un regalo indescriptible para los afortunados de aquella noche. Pasados los meses y materializados muchísimos proyectos por el camino, hay una segunda oportunidad (de momento) para descubrir que nos ofrece este magnífico músico nuevamente a piano solo. El formato donde el músico se siente más libre y en el que de manera muy íntima comparte con los asistentes lo que pasa por su cabeza de manera instantánea. Para esta ocasión presenta la reciente publicación Live In Terrassa (Underpool Records, 2015) y su nuevo disco a piano solo, todavía sin publicar, Amateur (Autoedición, 2015)

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Aproximadamente a las 20:20 horas y con (lamentable y nuevamente) poca asistencia de público, Marco Mezquida se coloca ante el piano. Breves instantes de silencio absoluto en los que el pianista decide empezar el concierto con una improvisación en la que tienen cabida infinidad de ideas y conceptos. Improvisación dentro de la clásica con citas a temas propios. Entre quince y veinte minutos de deleite en los que el pianista se deja llevar por él mismo. La verdad, ya lo dije hace un año, se me hace muy complicado trasladar a un escrito lo que siento y percibo durante todo el concierto. Hay pocos músicos que transmitan tantas emociones. Lo que pueda escribir no hace justicia a la música que desprende. Durante todo el concierto, el pianista se pasea por (y conjunta) diversos estilos como podrían ser: un delicioso ragtime con la peculiar sonoridad de una pandereta colocada encima de las cuerdas del piano, ofreciendo un sonido metálico e incluso ofreciendo un leve sonido percusivo; jazz, haciendo gala de la tremenda técnica que posee, con una mano derecha frenética en la pulsación de teclas; música clásica, ofreciendo, a base de notas delicadas y expresivas… o bruscas y agresivas… puro sentimiento interior; libre improvisación, en la que el autor experimenta en directo con (o sin) el piano preparado, es decir, introduciendo algunos elementos dentro del mismo cambiando la sonoridad ortodoxa del instrumento así ofreciendo nuevas posibilidades y matices.

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El pianista, dentro de los estilos comentados, introduce temas propios (como “Menguante” y “Campanas”) y versiones de standards (“Fly Me To The Moon” de Bart Howard y “Sweet and lovely” de Charles Daniels) que se amoldan al estilo que él quiere, haciendo la experiencia mucho más que única. Modelando la música para que se convierta en él mismo. El piano solo del autor es (imagino) lo más parecido a lo que podría ser un pase privado entre él y el piano. La búsqueda de interrogantes y de respuestas. La experimentación íntima e ingrávida. Para finalizar, como ya hiciera hace un año en Palma, interpreta el que fuera uno de los primeros temas que aprendió (según explica él mismo) “La Balanguera” (Poema de Joan Alcover i Maspons musicado por Amadeu Vives en 1923) efectivamente, el himno de Mallorca. Y claro, interpretado por Marco Mezquida es absolutamente magistral y libre.

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Volar. Tal vez hacia la luna. Tal vez hacia el propio interior o hacia el interior de Marco Mezquida. Lo que está claro es que hay una salida del cuerpo. Una observación del todo seguida de la reflexión. De la percepción y de la creación de sentimientos propios e incluso ajenos. ¿Se pueden transmitir las emociones recibidas a un tercero? Sucede. Hay, en la música que produce este joven pianista, algo que no pertenece a lo común. Algo que viaja y que estremece. Solo se requiere amor por algo tan evidente e imprescindible para la vida como es la música. Sencillamente escuchar, sentir y volar.

Texto:  © Jesús Mateu Rosselló, 2015
Fotografías: © José Luis Luna Rocafort, 2015

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