Crónica del concierto de Marco
Mezquida (Sala Dante - Palma de Mallorca - 11.04.2014)
“Escuchar es difícil, no es
algo fácil. La mayoría de la gente en este planeta, en este planeta global,
escucha la música mientras hace otra cosa. Es algo completamente equivocado. La
mejor manera de escuchar música es encontrar un poquito de tiempo para ti,
sentarte y escuchar. O tumbarte y escuchar”
Wadada Leo Smith
(Recorte de la entrevista de Club de Jazz publicada en su web en
fecha 26.06.2013)
Soy el primero que escucho música realizando otros menesteres. Mi no
tiempo actual no me permite parar mi actividad diaria para poner un disco y
dejarme llevar, pero no es algo que sea crónico… tampoco es algo que haya
practicado desde siempre (actualmente lo tengo aplazado. Tengo dos razones de
peso a las que quiero dedicar todo el tiempo que pueda). Recuerdo muchas horas
de mi adolescencia tumbado escuchando discos. Concentrándome en lo que sonaba.
Intentado identificar cada instrumento. Mirando y remirando las carátulas. Examinando
el libreto. Enfadándome cuando este era demasiado simple. A veces, si estaba
cansado, disfrutaba del placer de dormirme con la música de fondo incrustándose
e igualmente produciendo un placer curioso y extraño. ¿Escuchamos de dormidos? ¿Tiene
sentido?
Hace unas semanas, en un oasis temporal, vi la oportunidad de volver a
experimentar la escucha sin más. Solo en mi casa, abandoné todo trabajo, acudí
a la web de What About Music y me escuché de principio a fin el último trabajo
de Marco Mezquida “La hora fértil”. (en el mes de febrero viajé a Barcelona en
busca del jazz y en uno de los conciertos a los que asistí, pude ver a este
excelente pianista menorquín afincado en Barcelona. En aquella ocasión, en las
míticas sesiones de los jueves en el Robadors 23, pero este es otro asunto…) me
quedo absorto. Hay tanto en este disco a piano solo… Pero ahora no hablamos del
disco sino del directo (Presenta precisamente el trabajo comentado), así que
prosigo.
El mismo día del concierto reviso las secciones de cultura de la
prensa Mallorquina. No hay ni rastro. En una de las publicaciones, me encuentro
la siguiente noticia: “Mercadona amplía su oferta con un centro en Cala
Ratjada” seguido de “La cadena apuesta por la calidad y el ahorro energético”
Muchos pensarán, ¿Y qué tiene que ver esto con esta crónica? Para mí es
evidente…
Vuelvo a asistir solo al concierto (¿Esto es preocupante? No lo tengo
claro. En todo caso, me siento a gusto en esta situación. Favorece muchísimo la
concentración así como la observación, aunque se echa en falta una buena
conversación. Una interacción con alguien que esté interesado siempre se
agradece) y además llego tarde. Algo muy extraño en mí. ¿La razón? Me pierdo
dos veces buscando la sala. El sentido de la orientación y yo no somos amigos.
Cuando entro, hace uno o dos minutos que ha empezado (me intenta tranquilizar
el propietario de la sala). Por lo tanto me he perdido los treinta minutos
anteriores básicos para: llegar, sentarme, ambientarme, observar.... los creo
necesarios para, en el momento de empezar, dedicar toda mi atención al
concierto. En cambio, los primeros minutos no los disfruto como necesito. Llevo
todavía la chaqueta puesta, no sé si el móvil está encendido, tengo las
pulsaciones un poco aceleradas por la mini-carrera desde el coche hasta la
puerta (Para más inri está lloviendo), todo esto, con Marco Mezquida
improvisando e intercalando melodías de temas propios (según él mismo al
finalizar este largo primer tema)
A pesar de todo lo comentado no tardo demasiado en entrar (en el
submundo) y quedarme pegado a la silla casi sin pestañear. Ni los ojos ni las
orejas. Para el final del tema ya estoy completamente dentro. Como levitando.
Marco Mezquizando.
¿Dónde me he metido intentado explicar con palabras la música? Alguien
me dijo que era complejo como pocas cosas. Tiene toda la razón. Se me hace
cuesta arriba explicar los aproximadamente ochenta minutos brindados. ¿Cómo
explicar la felicidad (hacia mí) producida por un señor que está inmerso (como
ido) en sí mismo, y a su vez, en el piano? ¿Cómo describir sus tecleos. Sus
caricias delicadas. Sus agresiones. Su intensidad? ¿Cómo se puede hacer
entender que el sonido de un instrumento pueda hacerte olvidar absolutamente
TODO, abstrayéndote y haciendo que tu cabeza esté SOLO al tanto de lo que
sucede entre pianista y piano? Nada de pensamientos de NADA. Solo música. ¿Cómo?
¿Cómo puedo descifrar con palabras los sentimientos propios, el disfrute por el
arte, la sublevación y por consiguiente, la admiración hacia este pianista?
No se puede. Se tiene
que ver. Es algo que ya pude concluir en Robadors 23. Vivirlo en directo es
algo completamente irrepetible. Estamos hablando de libre improvisación (en
gran parte). Es un valor añadido. Lo que presencias no se volverá a repetir.
Acaba el concierto. El poquísimo público (entre 25 o 30 personas) reclama
un Bis. Me parece correctísimo. Mezquida sorprende con una versión de “La Balanguera” (Poema de Joan Alcover i
Maspons musicado por Amadeu Vives en 1923) Nunca pensé en oír una versión tan
libre del himno oficial de Mallorca. Intuyo que es pura improvisación exponiendo
la conocida melodía. Me parece brillante. Un ejercicio interesantísimo. Versionar
standarts que todo el mundo conoce no me parece para nada mal, me encanta. Se
desarrolla sin duda mucha creatividad, pero versionar un himno oficial y
convertirlo en libre improvisación es algo digno de ver y de estudiar.
Para acabar vuelvo a la cita con la que empieza esta crónica. Sin duda,
el Sr. Wadada Leo Smith tiene muchísima razón (Además de ser completamente
lógico). Evidentemente la sociedad actual está empujada a consumir rápidamente
sin poder prestar demasiada atención a nada. Parece que la música solo se
contempla como algo secundario, para tenerla como telón de fondo. Darle al play
y oír (no escuchar) algo de música y mientras, realizar cualquier acto.
Si alguien lee esto, y tiene un mínimo interés por la música, le
recomiendo que por unos minutos se olvide de todo y que escuche música. Hace unos años esta recomendación sería del
todo absurda. Hoy en día es necesaria. Se está perdiendo un placer supremo.
© Jesús Mateu Rosselló,
2014