Observó
que su mano se desprendía. Poco después el brazo siguió el ejemplo. En un breve
espacio de tiempo su cuerpo quedó sin extremidades quedando inutilizado. Su
nuevo estado le permitía hacer lo mismo que la gran mayoría. Pero no se conformó.
No sin mucho esfuerzo consiguió empujar sus muñones desde dentro produciendo
más extremidades. Poco a poco, contra su voluntad, volvían a desprenderse. Cansado
del gran esfuerzo que le suponía decidió abandonar quedándose con los muñones.
A día de hoy cree profundamente ser feliz.
© Jesús Mateu Rosselló,
2014
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